viernes, 23 de mayo de 2008

EN HATO MAYO MANDA AL GORDO A LA REJA POR DARLE PATADA A MUJER PREÑADA

HATO MAYOR.-El tribunal colegiado del Juzgado de Primera Instancia en Hato Mayor, condenó a 10 años de reclusión y al pago de una indennización de 200 mil pesos a un hombre que enero pasado propinó una patada a su esposa embarazada y le mató la criatura que llevaba en el vientre.
Jesús Gregorio Jiménez Piantini, 24 años, purgará condena en el cárcel pública de El Seibo, por no existir en Hato Mayor un recinto para alberbar los reos procesados por la comisión de hechos delictivos.
Tras escuchar la barra de la defensa, la presidenta del Colegiado, Kenia Tavárez, se retiró a deliberar y cuando regresó anunció 10 años de reclusión contra Jesús Gregorio Jiménez (El Gordo), quien dijo en medio de la audiencia: "Me van a condenar, pero esa mujer sigue queriendome".
El ministerio público, representando por la fiscal adjunta, Kenia Romero, solicitó 20 años de prisión para el impudado, a quien se sindica como un vendedor y consumidor de drogas.
El Gordo, como es conociido en el sector Las Malvinas, donde reside, el abusador hombre se le tiene como una persona mansa, pero cuando está bajo los efectos alucinógenos de la drogas es capaz de agredir hasta sus padres.
En audiencia, la barra de la defensa, representada por el Enrique Mateo, presentó un documento que presentaba al impetrante como una personas con trastornos mentales.
Miguelina Espinal Ortega, 19 años, afectada con la pérdida de su criatura al recibir la patada de quien le confesó amor y respeto, reveló a las autoridades, que acudió ir a los tribunales, porque el "El Gordo", como llama al acusado, amenazó con volarle la cabeza si revelaba lo sucedido a sus familiares y a las autoridades judiciales.
"Me revistí de valor, ya no aguantaba más golpes, empujones y vejámenes, cuando fumaba drogas me sacaba de la casa y tenía que dormir a orilla del arroyo "Paña-Paña"", dijo en el tribunal, la joven mujer.
Dijo que Jiménez Piantini era cruel con ella y que en una ocasión, "llegó a la casa, sacó mi ropa y me le prendió fuego, dejándola solo con la muda que tenía encima".
Las drogas lo convirtieron de un hoimbre bueno y trabajador que era, en "neneque", en un ser inservible que no obedecía ni escuchaba a nadie.

A la pregunta del ministerio público de que si perdonaría a El Gordo, la joven madre atribulada sólo se dignó en pedir, "mientras más lejo la justicia lo tiene de mi, más años viviré, porque juró matarme"

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